lunes, 1 de diciembre de 2014


Cuantos que quieren alcanzar el éxito, convertirse en millonarios de grandes riquezas monetarias o no, renacer como estrellas o artistas en la constelación del reconocimiento, encontrar, o más bien generar, el amor, amar y ser amado..., constituir una familia para la unificación eterna, conseguir amigos infalibles, traducir la imaginación a un libro y que las palabras escritas sean el único lenguaje, poseer la libertad de ser y hacer aquello que nos hace pleno y nos conecta con el alma de cada cosa que existe. 

Sin embargo la mayoría de ellos no se animan a emprender ese viaje hacia la felicidad, se ven inmóviles ya en la línea de partida hacia ese anhelo soñado. Se sienten incapaces, se rinden sin intentarlo, ante las limitaciones autoimpuestas, ante los espejismos de una posible desilusión, ante las excusas, esas excusas que utilizan para protegerse del temor que se desprende de una vida demasiado conflictiva, frustrada y común, demasiado ausente para que la luz nos llegue. 

Sin embargo no saben que las oportunidades son amaneceres que llegan disfrazados de desdicha, de temporadas de morder el suelo y quebrar las rodillas ante tanto culebreo, de momentos de desesperación comiendo de súplicas a Dios. Las oportunidades vienen contundencia hacia nosotros cuando estamos distraídos, con los ojos abiertos a las desgracias y la mala información, para que nos demos cuenta de que el comienzo del primer día de esa vida que queremos construir, no se fía de nada para lograrla, excepto por la capacidad de saber lo que se quiere y la firme determinación de mantenerse fiel a eso hasta haberlo realizado. Porque saber lo que se quiere, es la única fuerza que impulsa hacia el principio y el fin de toda realización.

Antonella Elizabeth Saez.



Yo en tu lugar.

Yo en tu lugar, 
no caminaría con los ojos ciegos, 
distraída y en absoluta resignación, 
como esperando de afuera 
el milagro que solo llega de adentro. 

Aunque estés en esos momentos 
que domina una sensación de vértigo, 
de la nada misma que solo a nada sabe, 
o quizás a todo también, 
o de la oscuridad que nos ensombrece la vista 
hacia un camino que libramos al azar.

Yo en tu lugar me aferraría al sabio 
dentro del cual habitamos,
y no prendería velas ni pondría flores 
al altar de la personalidad 
porque ella si que de mucho mundo externo depende
para distorsionarse o evolucionar.

Ese sabio
que tiene la edad del Sol y
permanece íntegro 
aunque la muerte nos sorprenda para cambiarnos a otra vida.
Ese sabio que solo puede ser 
cuando dejamos de intentar pretender ser alguien. 

Antonella Elizabeth Saez.
Se necesita estar dormido para que la atroz tormenta o la luz del amanecer, en algún momento, pueda despertarnos. 


Antonella Elizabeth Saez.
Busco tu mano

Busco tu mano,
aunque la tenga en mi mano, 
la busco porque estás perdida, 
y cuando estás perdida 
te pierdo y no te pierdo a la vez. 

Porque existe ese momento en el que estás ausente,
como ida, como en fuga de mi ser 
y en tu encuentro con vos, 
solo me encuentro conmigo. 

Y conmigo llegan dudas 
y los escalofríos por tantos fósiles en la memoria. 
Una suposición errante quizás, 
como una estrella que no brilla 
pero que basta para reavivar todo el dolor que acabó en olvido. 

Busco tu mano, 
aunque vos también camines despacio y confundida 
porque aunque los silencios a veces sean felices y a veces fríos 
algo me dice que en lluvias con sol, 
también vamos a estar bien. 

Antonella Elizabeth Saez.

martes, 7 de octubre de 2014

Somos pasajeros en trance de aquellas desgracias que no supimos superar. Vemos como nos llevamos una y otra vez hacia las mismas situaciones, pero cada vez con mayor contundencia, hasta que por fin un día aprendemos la enseñanza. Y ese día nos hacemos sabios y ese día también celebramos nuestra fiesta de egresados hacia otra nueva lección.

Antonella Elizabeth Saez.
Procura despertar todos los días entusiasmado y no ilusionado. La ilusión es tan solo una representación sin realidad que nos sugieren los sentidos o la imaginación, en cambio el entusiasmo es avivar el alma, es una empresa hacia la inspiración que nos trae como recompensa glorias.

Antonella Elizabeth Saez. 

miércoles, 1 de octubre de 2014

Despoblado,
definido como una circunstancia agravante,
en algunos ordenamientos jurídicos,
consistente en buscar o aprovechar la soledad de un lugar
para cometer un delito. 

Ante la astucia de Don Juanes y Doncellas,
cuántos corazones aislados,
incomunicados, apartados de las compañías,
se tornan apropiados para irreparables crímenes de amor.



Antonella Elizabeth Saez.
Hoy leí en las noticias de "la tormenta solar del siglo". Y es complicado porque de "la tormenta solar del siglo" una de sus víctimas son los sistemas electrónicos de todo el mundo que se lesionan temporalmente con trastornos y un mal funcionamiento. Y de los sistemas electrónicos lesionados una de sus víctimas es la comunicación que se lesiona temporalmente con caídas e interferencias. Y de la comunicación lesionada una de sus víctimas, quizás la única, es el hombre que se lesiona temporalmente con desesperación e impaciencia. Y de ese hombre lesionado es víctima su entorno que se lesiona temporalmente con el nerviosismo barato de situaciones que siempre acaban por resolverse. Que cadena en cadencia, pero reversible, por sobre todas las cosas, reversible con la cura de una sola decisión. No quejarse.

Antonella Elizabeth Saez.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Vernos

Y yo que me distraje de cuestiones de la yunta
Apareces tu, en la causalidad de este entretiempo.
Con la cantidad exacta de coraje
con una forma monárquica de conducirte en la vida
con la justa modestia que ennoblece tus actos
Apareces y me dejas albino el futuro
desorientando la propiedad de mis cinco sentidos
Seduciendo mi inteligencia, conquistando mi fe.
Surgiendo en mí la necesidad de observarte
la convicción de acercarme a tus días
porque emerges con aquellas virtudes que carezco,
y con algunos defectos que me urgen compensar
Por todo eso y cuánto más te pido que te quedes
y me des la licencia de volverte mi reflejo.


Antonella E. Saez.

martes, 29 de julio de 2014

Nacer, vivir, evolucionar, brillar.

Cuando abandonemos los recuerdos porque cada momento no será mas que el eterno resplandor del presente, porque no habrá tiempo para inclinar la mirada hacia atrás, porque el propósito de elevarnos hacia al sol, de volver a ser brillantes, de regresar a lo que fuimos será lo único, y porque el fuego de la sabiduría de todas las vidas anteriores que hemos transcurrido hará de la muerte cenizas y transformará el carbón en diamante y la carne en espíritu.
Y cuando hayamos alcanzado la maestría en nuestras energías; volveremos a ser uno en un nuevo big bang, en una gran supernova cósmica, eligiendo ya aquella porción en el universo donde nos perpetuaremos como un astro, como una estrella, como uno de los dientes de la sonrisa de Dios.

Antonella Elizabeth Saez.

martes, 22 de julio de 2014

Mucho que aprender de las despedidas

Hoy tomé el cupón de mis agallas y con una férrea intrepidez
cambie los puntos suspensivos por un punto final. 
Percaté que toda despedida es un nuevo encuentro, 
y soltar no significa perder.
Porque después de tantos relojes corridos, 
después de celebrar el funeral de mis cinco sentidos... 
Después de buscarte con los ojos cerrados por una rotonda, 
después de caminar millas por el desierto de mi soledad, 
después de peregrinar sin fines de fechas 
y no dar ni con una pestaña de tu propiedad... 
Después de que todos los mapas parecían fallados 
pues solo me conducían a la desesperación, 
Después de caerme, levantarme y volverme a caer. 
Después de volverte mis ganas, mi totalidad, 
Después de hacerte verbo y tentación, 
el centro de toda mi atención. 
Después de mudarme de piel, 
después de tantos intentos y tantas promesas que jamás cumplí, 
después de que solo me queden cenizas de agua
Después de vos, después de nosotros, después de nadie...
Cuanta confusión somos capaces de almacenar, 
por distraídos, por visionarios, 
por todavía no haber aprendido que el amor es una actividad.
Pero hoy ya no te elijo, hoy me eximo de la decisión de esperarte. 
Hoy me atrevo a devolverte aquella tuya despedida sin café ni explicaciones, 
porque ya tu recuerdo no me perjudica ni ya tus palabras tienen rumor. 
Hoy envenené el apego y me dejé en libertad...
Fueron tantos días rezando plegarias al edén, 
tantas suplicas para encontrar algún indicio, 
para dar con alguna señal de que todavía existíamos...
Y fue no encontrar más que mis mejores inventos 
probabilidades vacías llenadas con la imaginación, 
fue perder la cordura y los ojos 
porque el tiempo nunca me facilitó ni el ínfimo rastro 
de la resurrección de esta historia. 
Así que ya no más enredos ni juegos con la eventualidad, 
ya no más simulaciones de lo imposible
ni más complicidades al afán... 
Ya no más rondas de acordes tristes
ni madrugadas sin ver el sol
Porque aunque todos estos años dormidos, nunca soñé que se terminó
hoy me desperté y con el resurgir de la fe tuve el valor de despedirme.


Antonella Elizabeth Saez

viernes, 4 de julio de 2014

Berenisse, la mujer que escribía para ser libre.

Hace algunos días de mí, la inestabilidad se acomodó de huésped en mi cabeza... Y tantos pensamientos en cautiverio, tantos credos y suposiciones que dí por desplomados, parecen haberse divorciado del inconsciente y se escaparon en búsqueda de la libertad...
En búsqueda de la libertad van mis creencias, mis convicciones, mis mayores miedos, mis dudas, el lado más desnutrido que conservo...
Siento el temblor de sus pisadas en mi cabeza, siento como galopan por tantos rincones de mi, siento la firmeza de su decisión por salir, por alcanzar la libertad para burlarme, para desmoronar la fortuna del presente, para reducirme a un puñado de escombros...
No se en que momento la confusión se convirtió en la reina de esta desgracia y resucitó a los cadáveres de las emociones más ruines que yacen dentro de mí... No se en que momento el temor y la desconfianza volvieron a querer convertirme en su rehén.
Lo que sí se es que afuera ya comienzo a percibir las primeras secuelas de este contratiempo... El mundo es un espejo que refleja lo que somos, y ya mi entorno es evidencia de lo que llevo adentro.
(Dentro mío un cuerpo mental en revolución, dentro mío la ceremonia en homenaje al pasado. Dentro mio un viaje con los fantasmas de recuerdos lamentables, dentro mío las sumas goteras del alma)
Se que cada amargura lleva oculto un manantial de bien, se que cada situación es un aprendizaje por cual debemos atravesar, que es de necios atribuirle a otro la culpa de lo que nos sucede, se que cada uno se lleva hasta el lugar en donde se encuentra parado y que a veces caminamos con los ojos cerrados, ignorando cada paso que damos y, sin memorizar la ruta de regreso hacia el punto donde nos sentíamos bien. (A veces parece como si hubiera programado mis ojos en gris, porque hace días el obturador de mi mirada solo captura el paisaje en ese color).Pero aunque cada cual pague los efectos de sus propias elecciones, siento que no tengo derecho al lamento, con tantas personas perdidas, quejarme es faltarle el respeto al dolor...Lo más seguro de todo este desorden es que si llegó al puerto de mi realidad es para que lo resuelva. Y esquivar no es avanzar ni disfrazar es cambiar.Parte de la sabiduría consiste en hacerse cargo y para borrar de mi el producto de mis actos, este efecto nocturno que convive conmigo, tengo que atacar la causa. Y la causa de ésta, mi presunta derrota, no puede estar oculta en otro sitio más que en mi. Soy mi propia causa, la fuente de toda mi propiedad. (Dentro mío, también, la cura de todas las pestes del ánimo, el milagro de la salvación. Dentro mío el fuego sagrado de Dios).
He de inmiscuirme en la caverna de mi interior para remover cada instante, ya pasado, que conforma mi memoria y hallar el germen de esta adversidad que me inmoviliza, me estanca, me desgana.
Porque no quiero esto, me rehúso a aceptarlo y pongo todas mis herramientas a merced de la transmutación de esta pasajera situación.
Aunque hablar sea aumentar el poder de este estado, escribir me alivia y me convalece el alma, me permite atrapar los ruidos en mi cabeza para transformarlos en nostalgias y poesías, me permite liberar el aire que me sobra por tantas cosas que me faltan...
Más aún así, con este acervo de oscuridades, errores y virtudes sin desarrollar, y la sensación de una intensidad gastada, sigo apostando a los finales felices. 

Antonella E. Saez.


sábado, 14 de junio de 2014

El tiempo está después

Autor: Fernando Cabrera. 

La calle Llupes raya al medio 
Encuentra Belvedere 
El tren saluda desde abajo 
Con silbos de tristeza 
Aquellas filas infinitas 
Saliendo de Central 
El empedrado está tapado 
Pero allí está 

La primavera en aquel barrio 
Se llama soledad 
Se llama gritos de ternura 
Pidiendo para entrar 
Y en el apuro está lloviendo 
Ya no se apretarán 
Mis lágrimas en tus bolsillos 
Cambiaste de sacón 

Un día nos encontraremos 
En otro carnaval 
Tendremos suerte si aprendemos 
Que no hay ningún rincón 
Que no hay ningún atracadero 
Que pueda disolver 
En su escondite lo que fuimos 
El tiempo está después.

lunes, 9 de junio de 2014

A la luna.

Me vi con vos en otra dimensión pero ya no tuve el valor de seguirte, las circunstancias cambiaron sin duda alguna, aunque todavía seguimos atados a las mismas sensaciones; lo noté en mi energía amarga de extrañar (te). 
Acuso de adoptar esta postura a la desespera transformada en frustración que luego se volvió temor y el temor en vergüenza de demostrar lo sentido; de abrir el corazón sin el suficiente blindaje para repeler las posibles heridas de un: -Yo ya no... 

Antonella E. Saez.

sábado, 7 de junio de 2014

Carta de un desconsuelo.

 // Primera parte. 

Una menguada cantidad de discos de folk que comienzan a acumularse en los oídos de la sensibilidad y sobre esta mesa de vidrio. 
Libros, muchos, por toda la habitación, distribuidos en diversas partes, donde quepan, donde transformen el oscurantismo, en cada fracción de este espacio donde haga falta la luz;
para que el olvido no se atreva a ingresar y nunca jamás faltarle el respeto a las letras.
Una lamparita cálida que se asemeja al sol de otoño en la empresa del silencio junto a los amargos, camaradas de mi colección de ocasiones que valen la penar recordar.
Pinturas santas y muy poco cachivache para no desnaturalizar a la belleza de la sencillez...
Café nacional y un té de caramelo y vainilla para cerrar los ojos y justipreciar cuántas cosas son las que nos proveen las viseras de la madre Tierra.
Un momento de meditación milenaria, de respirar y colmar las cisternas pulmonares con el bendito aire que nos propulsa a estar, sin más...a estar.
La mirada cegada por el color del interior y de fondo chirríe un silbido calinoso que impulsivamente retribuyo con la palabra Gracias...
Pero, ¿Que es eso que allega desde afuera? ¿Qué es eso que enfría mi piedad? El ventano está abierto y en un tris la tempestad me despoja el pellejo y me vuelve a dejar en carne viva las cicatrices del alma (...).


Antonella E. Saez.

jueves, 5 de junio de 2014

Karma

Si saldaran todo el karma que crearon por amarse (mal) sería perfecto,
porque ya no existiría el efecto que los vuelva a aferrar.
Por lo pronto se conforman con borrar de sus memorias
el nombre que llevan en esta vida terrenal...
Y aunque ambos suenen resentidos,
solo intentan ganarle al olvido.
No se rechazan, se sueltan para poder avanzar.


Antonella E. Saez.
O evocamos esqueletos del pasado,
O arribamos el planeador del futuro.
A veces estamos llenos de incógnitas y puntos suspensivos.
Dónde será que alguien habrá guardado algo del presente.


Antonella E. Saez. 

Chao.

Entonces le dije:
-Mejor si nos perdemos, para volver a encontrarnos, quién sabe, quizás mucho después, cuando volvamos a ser perfectos... Como antes de tener que perdernos.


Antonella E. Saez.
7.000.000 de almas y tantos concubinatos del ayer.
Sí que todavía confundimos el amor con el aferro.


Antonella. E. Saez.

Estar.

Creo que el miedo más inmenso es un viaje al interior;
el miedo a encontrarnos solos
y no tener con quien compartir el cáliz.
Miedo al diálogo personal, a los exámenes de conciencia
y al desvelo de cuánto tiempo invertido
en la arquitectura de nuestra peor versión.
Miedo a la oscuridad de cerrar los ojos
y no escapar a lo que somos...


Antonella E. Saez.


Vida que das.

Provecho del pícaro momento;
Un instante perfecto en la hora exacta
y una copa de vid en la mano.
Cierro los ojos, respiro
y se vuelve misterio mi entorno...
Oportunamente sopla un céfiro del sur
con disfraz de días de lluvia.
Sonrío y nuevamente abro los ojos:
Estamos vivos.

Antonella E. Saez.

La máquina automática

Conozco aquello que por distraídos nos perdimos del momento de su gestación. Y por desatendernos a nosotros mismos también nos perdimos del proceso en que emanó.
Conozco aquello, que por descuidados solo percatamos de su vitalidad cuando ya había madurado.
Conozco lo que recién descubrimos cuando brotó de adentro nuestro como un pulso mecánico sin ánimos de cuestionar...
Conozco su licencia dentro de nuestro acervo cultural con asistencia perfecta en conversaciones y un alojamiento exclusivo en la cotidianidad.
Conozco la esclavitud a la que nos somete, cuando en cada tris de la vida buscamos la prolijidad del disimulo y nos sometemos al dogma ecuménico por ese miedo a la disparidad.
Conozco tanto que no conozco nada, porque no tengo el dominio de cuando fue que comenzamos a valsar este folclore.
Conozco nada más lo que mis sentidos sospechan, de que en algún periquete de antaño, contrajimos esta peste que afecta al discernimiento, que se alimenta de lo monótono y se propaga por la tradición. Los prejuicios.

ANTONELLA E. SAEZ.


martes, 3 de junio de 2014

A lo alto.

No es necesario viajar al espacio para evadir a la ley de gravedad, cuando se tiene buena voluntad no hay tal fuerza que te haga caer.


ANTONELLA E. SAEZ.

jueves, 22 de mayo de 2014

Éxodo

Tu me observas con el color de la menta de tus ojos, yo no puedo evitar distraerme en lo calcinado que resulta que me ofrendes el fuero de mirarte, majestad.

Antonella E. Saez.

Fluir

Como poder interpretar el silencio, si al comenzar a elucidarlo en mi memoria ya me pierdo del ritual de disfrutarlo y se va descosiendo por el éter, diluyéndose va, dejando la secuela de su devaluación, el silencio va, se va... 
Solo volveré a encontrarlo en el piélago de tus ojos color a.m. porque esta atmósfera y mi escondite ya se han contaminado de las esclavas palabras.

Antonella. E. Saez.

martes, 20 de mayo de 2014

La constante remembranza

-Te amo,
-Pero ¿De cuánto amor estamos hablando?.
No te atrevas porque s
i afirmas que se trata del absoluto, entonces me veré forzada a someternos a juicio...
Porque tendré que encargarme que ante el pronuncio del amor, también lleves subrepticio un sentimiento de odio;
Que cuando alegues a mi como lo mejor de tu vida, también me botes como la recóndita miseria que pauperiza tus días.
Que cuando exclames a viva garganta la belleza que inhalas cuando a mi te aproximas, también te convenzas que soy lo más hórrido que en esta orbe camina.
Tendré que probarte que cuando resaltas la sabiduría que mi espíritu ha acumulado con el paso de mi biografía; también veas en mi a la personalidad que de la ignorancia se fía.
Me aseguraré que cada vez que atines hacia mí un motivo para fabular admiración, a la par reluzcan un millón más pero para que me corones en el emporio de la humillación.
Comprobaré a raja tablas que cuando garantices la bondad que me engalana, también veas que soy lo más ruin que envenena tus ganas.
Porque solo cuando confirme que me amas
por lo inmaculado y por la peste de mi vanidad;

por lo diáfana y el afán de las tinieblas;
que me amas por lo dulcinea y lo tarasca;
por lo serena y lo marcial
por mis euforias y mis plegarias;
por la prudencia y la locura
por el abismo y la salvación;
Solo así me habré cerciorado que me amas en absoluto,
porque si me separas de lo peor, estarás faltando a una parte de mí,
a la única parte que te concederá la posibilidad de quebrantar los límites
en la verdadera travesía del amor. 



Introspección personal,(y quizás surrealista):
El amor, como cual energía en un punto de equilibrio, solo encuentra su verdadero desarrollo en un pantano de lodo...
Porque solo cuando conocemos el lado B de las personas y aún así las continuamos eligiendo entonces estamos hablando de lo que creemos que estamos hablando.



ANTONELLA E. SAEZ.

Sal(mo)

muy dentro mío la cura para todas las alteraciones del alma
muy dentro mío el antídoto contra la salmuera de la memoria
dentro mío el poder de la invisibilidad
dentro mío la alopatía natural de todos los maltratos (...)


Antonella E. Saez.

martes, 13 de mayo de 2014

Calla!

Mi mente no para de hablar, de aullarme las profundidades de mi alma, de incendiarse entre palabras que se combinan configurando enunciados que se acusan de “prohibidos” ante el credo comunal.
Mi interior imprudente está de saciar la sed de rebelarse; de ir en pos del propósito que todavía no conocemos pero servimos, de irrumpir la calma de la personalidad para que quiebre las rodillas ante lo divino de una buena vez por todas.
Mientras allá afuera se pretende silenciar a las habladurías del mundo que va más allá de lo físico, de dar vacío a las verdades de cualquier partícula pequeña de energía que no busca nada más que recordarle al espíritu el camino que lo lleve de regreso a la fuente. 


ANTONELLA E. SAEZ.

En la caverna del interior todo es posible.

Me colgué de lo gratis del viaje de pensar, y bajó a mí el paradigma de que probablemente ya nos dijimos todo, ya declamamos el total de las palabras, ya construimos la arquitectura de la voz universal.
Me atreví a pensar que ya exteriorizamos todas las expresiones fundamentales y  nos otorgamos la legítima licencia de agotar las consumiciones sin cargo del lenguaje hablado.
Que sin preocupación fuimos gastando los cupones de vale por “algo” inédito, y en una actitud crédula nos abusamos de nosotros mismos y como tapitas descartables tiramos a predicar el pensamiento.
Que hemos reducido los vocablos, sin notarlo, a marionetas de lo gramatical, pretendiendo ocultar la repetición con el disfraz de la retórica y nos fuimos recibiendo como productores de oraciones distraídos de que el orden de los factores no altera el producto…

Me revelé para escucharme y por un momento tache de mi raciocinio a los aproximados doscientos mil años atrás de la ciencia en donde mutó aquel gen que nos proporcionó el lenguaje articulado, y condenó nuestra cultura a la genética.
Porque quizás la Torre de Babel fue algo más que una confusión de lenguas, quizás fue la estrategia de los Dioses para evitar caer en el aburrimiento de lo común, en las ruinas del haberse pronunciado todo, y de esa forma nos hicieron jugar a decir lo mismo pero de una manera diferente, tantas veces hasta el día de hoy. 

ANTONELLA E. SAEZ.

sábado, 19 de abril de 2014

Dulce anarquía.

Quien eres que vienes y llegas sin pronunciarte como una simbiosis de luz, amaneciéndome, y en el abrir y cerrar de ojos ante el encandilo, desapareces. 
Quien eres que mi espíritu se rehúsa a rechazar, que como cual cometa va de soplo en viento entre remolinos por tu inmensidad. 
Quien eres que, sin invitar, despejaste tu puerta y en la ausencia de peligros me escabullí sigilosamente hacia el cuarto donde corre tu historia, donde solfeo en silencio que me autorices a estar.
Quien eres, ser de cultas raíces que siembras tímidas poesías al Sol y cosechas la Luna celosa que se rinde ante tu fogón.
Quien eres coleccionista de crayolas que en la guarida de cuadernos esbozas la vida y al compás de los lápices coloreas las ruinas de la soledad.
Quienes eres, querube de fanales marrones que inhalas el fluido que forma la atmósfera y lo devuelves al éter en pequeñas cuotas de Edén.
Quien eres, fusión de ciencia y melodía que no das treguas a mis ansias de ganarme tu atención, que apareces entretanto y me arrebatas las palabras pero al rato te diluyes sin premisas y me dejas en el aire el misterio de esperarte.
Más solo sabré quien eres, si no te pierdes de sobrado por el confín de las horas, si al menos me concedes el atlas de tu ser, si no te escapas por las riendas de cada ocasión, si dejas de poner en jaque las oportunidades a mi favor.


Antonella E. Saez.

miércoles, 9 de abril de 2014

BIG BANG Explosión de amor. Capítulo III

Todas las tardes de enero, a las 17:00hs Anto tocaba el timbre de la casa de Ana. Se saludaban con dos besos y de inmediato se dirigían hacia la cocina en busca de comida, mientras se contaban anécdotas, conversaban de cuestiones mundanas y hasta, muchas veces, Ana le enseñaba a Anto alguna nueva palabra que enriqueciera su vocabulario vulgar, y sin dudas que todas estas cortesías los aproximaban más la una con la otro. Luego bajaban al cuartito de atrás de la casa, la cuna del eterno 14 de febrero que había comenzado en Anto, para dar inicio a los ensayos. Ana tomaba la guitarra, una púa, y encendía el amplificador, y en la elocuente concepción de los primeros acordes, Anto sentía como todas las células de su cuerpo alcanzaban la felicidad. Ver a Ana rasguear, era ver la sinopsis de los mejores recuerdos que jamás tendría.
Que difícil se volvía, ahora, el escenario para Anto. Su amada Ana guerrera de tantas controversias que la hicieron madurar de manera precoz jamás escatimo su ilimitada energía, pero Anto ya no podía disimular el desgaste que le generaba su lucha interior. Se enfrentaba a si misma intentando ocultar el incendio que la habría impulsado a besarla, de no ser porque quebraba siempre las esperanzas ante la resignación. Era una aficionada a la locura de amarla encerrado en el manicomio de su corazón, era cual presa puesto en autocautiverio en su propia cabeza donde todos sus pensamientos se reducían a Ana.

Antonella E. Saez.

lunes, 7 de abril de 2014

El fuego.

https://www.flickr.com/photos/ricardocavolo
Fuego Sagrado. Principio. Médula Universal.

BIG BANG Explosión de Amor - Capítulo II.

Comenzaban las vueltas por el virginal universo que lo cambiaría todo. Comenzaban las horas más lindas que, seguro estaba, jamás se borrarían del esplendor de su memoria, de la retina de sus ojos marrones. Sea lo que fuera, Anto se sentía viva.

Empezaba a conocerse, empezaba a experimentar sensaciones extrañas, se notaba como una alimña de ansias y brotaba de sí el deseo más sincero de petrificar el reloj, de que el tiempo no fuera y así abrir el portal de la eternidad en el preciso momento que coincidía con Ana. 


La  imagen de Ana impresa en su mente, conspiraba en un viaje visual por cada línea de su delicada figura. Era mirarla y asomarse a un ventano del jardín del edén , era acercarse y empaparse la piel en un energético balneario con la luz de su aura. Era sentarse a escuchar de que algo más intenso que un rock and roll restallaba de fondo porque ahora la música provenía de adentro y bailaba Anto al compás de un ritmo estrépito, al compás de las cuerdas vocales de su corazón.

Anto habría de reconocer que esto la acobardaba significativamente pero a la vez, le asombraba cuan lejos galopan lo sentimientos en pos de alcanzar la cornisa de la conmoción.
Su pulso acelerado delataba que Ana la transportaba a una dimensión fenoménica y que ya no había tiempo para mezquinar coraje. La osadía lo buscaba para que admitiera
, de una vez por todas, que quería a esa niña, que quería a Ana como se quieren los adultos, como cual devoto quiere al sol por ser ese atajo a la gloria de Dios; como el alma quiere deshacerse de la carne para volverse al encuentro de su inmortalidad, como el génesis quiere la bienaventuranza perpetua, y el cosmos la evolución de la humanidad, como se quiere a una persona que por existir te devuelve la vida. 
Pero simultáneamente en Anto se engendraba una inquietud que la inmolaba en completo, una genuina sospecha que la estaba asfixiando, una absurda tortura que la acompañaría siempre en su largo camino al olvido, por haber confirmado después que su amor resultó, uno mas del montón, de los no correspondidos.


Antonella E. Saez.

BIG BANG Explosión de Amor. Capítulo I.


Anto sabía que Ana no era su corresponsal, sabía que ella se había enamorado de si misma cuando ella la hacia sentir que para alguien en el mundo era importante. Anto le había devuelto los colores a la vereda de su vida, había encendido la luz después de tantas angustias en el cuartito oscuro de su corazón. Aquel cuartito oscuro en el que Ana gritaba en silencio que alguien apague su dolor.
Anto, era una muchacha escueta, a la cual la guíaba la brújula del entusiasmo y ese año cultivó ambiciones de formar proyectos artesanos para no pasar desapercibido las vacaciones de verano, pero lo que Anto no sabía es que tocó el timbre de una puerta que se abrió y que le costaría más de tres otoño cerrar. Anto había conocido a Ana.
Fue Ana para sí, ver el big bang repetirse… Un espíritu con la sabiduría de todas las eras, atrapado en el cuerpo de una pequeña mujer que en sus quince primaveras, el único campo que conoció fue uno de batallas familiares y las únicas flores que cosechó fueron miedo, violencia y dolor. Y de todas las semillas, el amor se olvidó de tocar la tierra de Ana.
Y así, en aquella sala contraída por las altas temperaturas del estío, donde se habían representando y, porque no, prometido alcanzar el equinoccio del alba a través de las cuerdas de una guitarra, formaron una precaria banda de rock. En paralelo, un nuevo universo se habría, un nuevo universo del cual Anto
, sin saberlo, ya tenía un boleto de ida, porque el de regreso, lejos estaba de su corazón.
Con la música como bandera y movidos por esa pasión cosmopolita, fueron tachando los días del calendario y entre acordes, hazañas y risas, todas las tardes de enero, Anto se fue enamorando de Ana…
Anto, adolescente cuyo corazón aún no se estrenaba, tenía la convicción de que aquello que comenzaba a crecer en su cuerpo emocional no era amor. Sino una formidable admiración hacia la perturbadora biografía de Ana. Pues Ana, era una mchacha cuya infancia y memoria no estaban marcadas por golpes que provenían de la acachada, de bicicletas, y de típicos juegos de barrios, Ana tenia golpes de su historia familiar, de suicidios y muertes, de hermanos sin reconocer. Y Anto la admiraba, admiraba que ni todo ese dolor, ni la noche más oscura cuando se enteró que papá y mamá se divorciaban, le habían hecho perder el frenesí por la vida…


Pero no era cierto que Anto admiraba a Ana. No. Anto comenzaba a enamorarse. Porque con cada canción fue afinando más las cuerdas que enredaban a Ana al dolor y entre tanto rasgueo aprendió que el único sonido que suena más fuerte que un corazón roto es el sonido de la risa con que Ana suaviazaba las circunstancias de su mundo. Y mientras tanto, todas las tardes de enero, sin advertir, Anto continuaba enamorándose de Ana… (…)


Antonella E. Saez.

El uno.

Todos somos uno, Yo Soy vos y vos sos yo; comulgamos de la misma fuente y provenimos del mismo fuego; pero hay llamas tan ardientes que sobresalen de la gran hoguera y uno no puede evitar la mirada hasta quedar encandilado de tanta luz. 
Fue el efecto del Karma quien con una de esas llamas me hizo coincidir y aunque la composición ígnea de todas es la misma, el misterio en ellas es distinto; este fuego traía consigo la música de los colores y los ojos de un Reino Astral. Y cierto es, que es ese misterio lo que más seduce, creando en mi la sed de conquistar, el alma que sostiene dicha lumbre sideral. Me quedaría desarmando e inventando la manera de lograrlo, con la infalible convicción de que su fuego va a incendiar todos mis días de locura.

Antonella E. Saez.

Rayo de luz.

Algún día voy a capturar la efímera manifestación de un rayo, quiero obtener una fotografía de la expresión vigorosa del enfurecimiento de los Dioses. No por nada la globalización conspiró a favor de la transmisión de ondas electromagnéticas y colocó una antena al lado de mi casa... 
Por eso algún día dentro del acervo acumulado en mi computadora va a existir la imagen de un estampido que refleje la fuerza vehemente de toda la naturaleza para recordarme a menudo que esa energía sobrehumana no está presente únicamente en las tormentas o en alguna que otra película de terror, si no que vive siempre hoy, dentro de nosotros mismos, porque la sentimos todos los días dándole latido al propio corazón.

Antonella E. Saez.

Mamá.


No debería negarse que mamá es el sinónimo de aquella venerada Pachamama, para ser más franca podría decir que son la réplica de la naturaleza misma… 
Acaso las madres no son como los ríos, cuyo caudal desborda de amor, su agua dulce nos regalan y un corazón humedecido de orgullos por cada momento en el que nos ven crecer…
También hay mamás montañas, que llevan la natural misión, entre miles, de embellecernos el alma con su inmensidad, y que hacen prosperar en nuestro corazón la convicción de que siempre las encontraremos en ese lugar.

Mamá, dulce río, firme tierra caramelo…
Biblioteca de consejos y homilías e inolvidables paseos…
Mamá es imprescindible para la concepción de la vida, el fiable refugio ante la maldad y un eterno desvelo en nuestras noches de oscuridad.
Que sería de nosotros sin mamá, sin esa sustancia cuyas moléculas están formadas de amor y seguridad…
Mamá, cuando abrimos los ojos, es el primer tesoro
¡Mujer! Que chico es este mundo cuando no te valoro…

La mía Mamá tiene los ojos montaña color río y una risa contagiosa que endulza hasta los líos; sus cabellos son mil soles y su corazón es un inmenso tobogán a la Tierra de mi infancia. Es mi mejor fortuna, la recordadora de mis primeros deseos y la que más me abrazó cuando me asusté del Morfeo. Curiosa en todo su caminar, cocina la vida con peculiares recetas que van desde novelas y helados hasta ir todos los días al supermercado… Hoy hace 47 años atrás ella también comenzaba a descubrirse de la mano de una mamá… Feliz cumpleaños heroína. Y posdata: yo te elegí.

Antonella E. Saez.

Silencio.

Que es el silencio si no una copa vacía, el ansiolítico de la agonía y una obligación en cada Hospital. Silencio es el lenguaje del misterio, la revelación de nuestro interior, de lo absoluto que guardamos dentro. A través de él se comunica todo; cuando las palabras faltan y también cuando sobran lo único que queda es un eterno silencio. Para cual teniente el silencio es la bendita savia que alimenta sus oídos, una eufonía vacía con sonido a Dios…
Bienaventurado el compositor que alcanza el preciado estadio llamado silencio, porque es la magia del mismo quien toma las riendas de su inspiración y brota de sí las más grandes obras. Que sería de la música, si primero fue el silencio, si transportado al pentagrama representa una pausa, y en la vida nuestra también…
¿Pero de donde nace ese sonsonete lleno de ausencia de ruidos? Dominante en su capacidad de no proferir vocablo alguno llega a mí haciendo retumbar mi audición con su presencia, convocándome a la ceremonia de la Madre Reflexión, donde no veo escapes ni carteles de salida a mi propio pensamiento… Quizá el refugio más seguro sea el propio corazón, pero allí también palpita este silencio.

Antonella E. Saez

El escenario de la vida.

Cada santiamén es el escenario donde la sabiduría atesora el papel principal, salpicándonos con su fuego constantemente nos está induciendo a que nos involucremos en la escena, a que salgamos de la mera expectación y la función de críticos de cada dramaturgia, para que de una vez por todas nos adjudiquemos como los autores de nuestro propio teatro, al que disfrazamos con el nombre "realidad"; y apartir de ello tomemos la iniciativa de ser parte activa en el coliseo de la vida propia, movidos por la fuerza vehemente que nos da el latido cuyo único propósito es la evolución. Y quien podrá explicar en que consiste la evolución, más que la letra muerta de una definición; más que la mendiga explicación de que forma parte del abundante catálogo de acciones, si no somos nosotros mismos los que busquemos acabar con esa sospecha existencial. Quizás la verdadera evolución seamos nosotros mismos, es decir, simplemente ser; sin el velo de la personalidad, sin más protección que nuestra sola esencia; solo una supernova de nuestro Gran Creador.

Antonella E. Saez.