viernes, 4 de julio de 2014

Berenisse, la mujer que escribía para ser libre.

Hace algunos días de mí, la inestabilidad se acomodó de huésped en mi cabeza... Y tantos pensamientos en cautiverio, tantos credos y suposiciones que dí por desplomados, parecen haberse divorciado del inconsciente y se escaparon en búsqueda de la libertad...
En búsqueda de la libertad van mis creencias, mis convicciones, mis mayores miedos, mis dudas, el lado más desnutrido que conservo...
Siento el temblor de sus pisadas en mi cabeza, siento como galopan por tantos rincones de mi, siento la firmeza de su decisión por salir, por alcanzar la libertad para burlarme, para desmoronar la fortuna del presente, para reducirme a un puñado de escombros...
No se en que momento la confusión se convirtió en la reina de esta desgracia y resucitó a los cadáveres de las emociones más ruines que yacen dentro de mí... No se en que momento el temor y la desconfianza volvieron a querer convertirme en su rehén.
Lo que sí se es que afuera ya comienzo a percibir las primeras secuelas de este contratiempo... El mundo es un espejo que refleja lo que somos, y ya mi entorno es evidencia de lo que llevo adentro.
(Dentro mío un cuerpo mental en revolución, dentro mío la ceremonia en homenaje al pasado. Dentro mio un viaje con los fantasmas de recuerdos lamentables, dentro mío las sumas goteras del alma)
Se que cada amargura lleva oculto un manantial de bien, se que cada situación es un aprendizaje por cual debemos atravesar, que es de necios atribuirle a otro la culpa de lo que nos sucede, se que cada uno se lleva hasta el lugar en donde se encuentra parado y que a veces caminamos con los ojos cerrados, ignorando cada paso que damos y, sin memorizar la ruta de regreso hacia el punto donde nos sentíamos bien. (A veces parece como si hubiera programado mis ojos en gris, porque hace días el obturador de mi mirada solo captura el paisaje en ese color).Pero aunque cada cual pague los efectos de sus propias elecciones, siento que no tengo derecho al lamento, con tantas personas perdidas, quejarme es faltarle el respeto al dolor...Lo más seguro de todo este desorden es que si llegó al puerto de mi realidad es para que lo resuelva. Y esquivar no es avanzar ni disfrazar es cambiar.Parte de la sabiduría consiste en hacerse cargo y para borrar de mi el producto de mis actos, este efecto nocturno que convive conmigo, tengo que atacar la causa. Y la causa de ésta, mi presunta derrota, no puede estar oculta en otro sitio más que en mi. Soy mi propia causa, la fuente de toda mi propiedad. (Dentro mío, también, la cura de todas las pestes del ánimo, el milagro de la salvación. Dentro mío el fuego sagrado de Dios).
He de inmiscuirme en la caverna de mi interior para remover cada instante, ya pasado, que conforma mi memoria y hallar el germen de esta adversidad que me inmoviliza, me estanca, me desgana.
Porque no quiero esto, me rehúso a aceptarlo y pongo todas mis herramientas a merced de la transmutación de esta pasajera situación.
Aunque hablar sea aumentar el poder de este estado, escribir me alivia y me convalece el alma, me permite atrapar los ruidos en mi cabeza para transformarlos en nostalgias y poesías, me permite liberar el aire que me sobra por tantas cosas que me faltan...
Más aún así, con este acervo de oscuridades, errores y virtudes sin desarrollar, y la sensación de una intensidad gastada, sigo apostando a los finales felices. 

Antonella E. Saez.


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