miércoles, 12 de junio de 2013

La eterna arraigadura al "amor".

¿Cuanto más habrás de viajar a los planos internos de una memoria intacta para reconciliar las piezas de una partitura desgasta? Dedicada, por supuesto, a la lumínica alma que confundiste con amor.
Aquella Historia te enfrió el deseo de la libertad y ahora solo esperas el amanecer de esos mismos ojos que marcaron el devenir de inmensos momentos donde fuiste grande, pero que ya es tiempo de dejar atrás para verdaderamente crecer...














Viajo en círculos y los caminos siempre llevan tu nombre.

viernes, 10 de mayo de 2013

Estoy en pausa.

Me da nostalgia volver a mirar las estrellas, todas tienen una luz que me recuerda a ella. La música que no puedo dejar de escuchar. 

Antonella.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Te busque de nuevo para poder encontrarme.

Te quite la mente,
te quite atención,
te saque afuera,

apague tu luz,
vacié la memoria,
olvidé llamarte

esquivé recuerdos
oculte las marcas
nos desordené para perdernos. 

Y ahora que me sané,
necesito ocupar mi cabeza imaginándote.



Antonella E. Saez.

Energías prestadas.

A veces se me da por escribir, por revolver la mente y escarbar recuerdos de un pasado que no deja de sonar. 
A veces apago los ojos y cierro los oídos pero ahí también estas, en la mismísima nada.
Porque nada somos, porque todo es vacío, porque solo quise colocar mi energía en tu camino y sin saberlo, de esa forma, evolucionar.

Antonella E. Saez


(Pequeño aullido de mi corazón naranja que murmura en la ciudad)


A decir verdad también quedaba más de lo que suponíamos para echarnos en la cara, pero ya nada tenía sabor a sentido, y decidí destaparme los oídos solo para la literatura, el café y los consejos de un maestro ascendido. Además con el tiempo fui aprendiendo a escuchar lo que nunca me dijiste. Lo que te llevaste cuando el caldo se acabó.
Con el tiempo también te volví a encontrar, te soñé tan cerca que reconocí tus palabras, vacías y frías como la habitación en la cual, mientras tanto, mi cuerpo físico yacía duermiendo.
Mientras tanto también, jamás deje de refugiarme en las canciones, en aquellas canciones que nos habrían acercado tanto que un día tuvimos que arremangarnos la camisa, tomar ventaja de aire y empujarnos con tal fuerza hacia atrás para mandarnos a freír nuevamente al olvido.
A veces también me gusta cambiarle el final a esta historia, uno un poco más bonachón, para burlar la decadencia que me dejo tu despedida.



                                                   ANTONELLA.