lunes, 7 de abril de 2014

Silencio.

Que es el silencio si no una copa vacía, el ansiolítico de la agonía y una obligación en cada Hospital. Silencio es el lenguaje del misterio, la revelación de nuestro interior, de lo absoluto que guardamos dentro. A través de él se comunica todo; cuando las palabras faltan y también cuando sobran lo único que queda es un eterno silencio. Para cual teniente el silencio es la bendita savia que alimenta sus oídos, una eufonía vacía con sonido a Dios…
Bienaventurado el compositor que alcanza el preciado estadio llamado silencio, porque es la magia del mismo quien toma las riendas de su inspiración y brota de sí las más grandes obras. Que sería de la música, si primero fue el silencio, si transportado al pentagrama representa una pausa, y en la vida nuestra también…
¿Pero de donde nace ese sonsonete lleno de ausencia de ruidos? Dominante en su capacidad de no proferir vocablo alguno llega a mí haciendo retumbar mi audición con su presencia, convocándome a la ceremonia de la Madre Reflexión, donde no veo escapes ni carteles de salida a mi propio pensamiento… Quizá el refugio más seguro sea el propio corazón, pero allí también palpita este silencio.

Antonella E. Saez

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